sábado, 14 de abril de 2007

El escándalo periodístico de Stephen Glass

Stephen Glass, con sólo 25 años, ya trabajaba como editor asociado de la prestigiosa revista norteamericana The New Republic. Gracias a sus artículos periodísticos, Glass gozaba de una excelente reputación entre sus compañeros de profesión y de la confianza de sus lectores. Incluso colaboraba con otras publicaciones como Rolling Stone, George y Harper's Magazine.

Sin embargo, su carrera se arruinó cuando el editor de The New Republic, Charles Lanes, lo despidió por fraude periodístico el 10 de mayo de 1998. El desencadenante del escándalo fue el artículo Hack Heaven, que narraba cómo Ian Restil, un hacker de 15 años, negociaba un contrato con la compañía informática Jukt Micronics tras lograr penetrar en su sistema operativo y dejar en evidencia su vulnerabilidad.
Hayden Christensen interpretó a Stephen Glass en Shattered Glass, la película basada en este este caso

El artículo cayó en las manos de Adam Penenberg, reportero de la revista electrónica Forbes. Penenberg desde el principio sospechó de su veracidad e inició una investigación para comprobar la autenticidad de las fuentes y de los hechos relatados. En efecto, los personajes y las situaciones resultaron ser construcciones de Glass.

De nada sirvieron las estrategias de Stephen Glass -como la creación de una página web ficticia de Jukt Micronics- para despistar a Penenberg. Los periodistas de Forbes estaban convencidos de que la historia era una farsa, aunque creyeron que el periodista Glass había sido víctima del engaño de un hacker y no un simple impostor.

Finalmente, el editor Charles Lane logró que su colega confesara y admitiera su culpabilidad. Stephen Glass había aprovechado su prestigio y la credibilidad de su profesión para falsear datos e inventar historias. El 28 de junio de 1998, The New Republic declaró a sus lectores en un comunicado que al menos 27 de las 41 historias escritas por Glass en la revista contenían material inventado.

Ésta constituye un ejemplo de un fraude. Un fraude en una profesión cuya finalidad es, precisamente, servir a la sociedad y velar por la transparencia en funcionamiento del sistema democrático. Stephen Glass abusó de la confianza que los ciudadanos depositaban en él y en su profesión. Otros periodistas se sirven de sus derechos y privilegios para intimar con el poder y obtener beneficios personales. Lamentablemente, allí donde se conjuguen la ambición y la capacidad de persuasión siempre existirá cierto riesgo de corrupción.

5 comentarios:

E.S.K. dijo...

Sara, el caso de Stephen Glass ilustra, desde mi perspectiva, aquello que no debemos de hacer como periodistas: fraude.
No puedo estar más de acuerdo contigo respecto al hecho de que el periodismo es un servicio básico para la ciudadanía. Por supuesto, el libre ejercicio de esta noble profesión debe impulsar, como bien apuntas, el buen funcionamiento del sistema democrático y garantizar su transparencia.

Elie Smilovitz.

Teresa Sandoval dijo...

Revisa los enlaces de Forbes, por algún motivo, ahora dan error. Saludos.

Teresa Sandoval dijo...

Te felicito por el blog, está muy bien, muy completo en cuanto a enlaces y sobre todo, interesante en cuanto a contenidos.
Un saludo.

Teresa Sandoval dijo...

El blogroll también es variado. Puedes seguirlo completando poco a poca y tendrás una herramienta útil de trabajo.

Ego Ipse dijo...

Llegué por casualidad a este post. Y ya le estoy dando las gracias (a la casualidad). Notable espacio y muy buena pluma. Me declaro, a partir de hoy, habitué.

Un detalle complementario: la mitología urbana cuenta que Glass negó haberse inventado la historia de Jukt Micronics incluso hasta el día mismo en que fue despedido.

Una apreciación personal: "fraudes" se cometen todos los días en los medios.

Saludos